martes, 20 de noviembre de 2007

24.- "Lorena en el pozo del desamor"

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Mi Diario. REUNION del diecinueve de febrero de 2005. Sábado.
De Lorena.

ENEMIGOS DEL AMOR.
La falta de entrega. Sólo acompañamiento, interés y sexo.
“Sin esperar nada” “Mi amado es para sí y yo también para mi amado”


Desde que hablamos en tu casa, tras la boda de tu hijo Carlos, recuerdo que me sacaste a bailar cuando llevaba un rato junto a la puerta mientras Moncho se tomaba con sus amigos wisky tras wisky, y me empezaste a preguntar con cariño y confianza, eres amiga de Carlitos o de Bea, de los dos por separado, pero Moncho es muy amigo de Carlos desde hace años, estás casada o sois novios, ni lo uno ni lo otro, vivimos juntos desde hace dos años, qué bien si os amáis mucho, el amor es…
Bebí todas las palabras de tus labios. Mi instinto quería que la pieza durara y durara para poder seguir escuchándote. Estabas diciendo en alto todo lo que yo “sabía en mi corazón” que era el amor. No mi pobre amor, en la pobreza de unión de mi pobrísima pareja humana.
Terminó la pieza y junto al porche con Ursula, mi amiga, que se acercó, siguió la conversación. Ella también vive con Eduardo, pues no están casados ni siquiera por lo civil. Igual que nosotros. Sí, Carlos, ese, del que hablabas, es el amor. El amor que mi corazón siempre ha suspirado por encontrar, siempre ha soñado como lo único que podía llenar mi ser y mi persona entera.
Donación, entrega mutua, buscar la felicidad del otro, esperarlo todo del ser querido. Ilusión y aventura al vivir toda la vida juntos, construyendo nuestro futuro, cada día, cada hora, cada momento, haciendo realidad las ensoñaciones de la ternura y el deseo. Y en él, los hijos, como una bendición de Dios, como un regalo hecho carne de nuestro mutuo amor.
Ursula te miraba y te miraba pensando, como luego me dijo, que cómo podías leer tan profundamente y con tanta claridad, en su corazón.
En un arranque de espontaneidad y sin preguntártelo te dije, espera, llamé y traje a la fuerza a Moncho, repítelo todo los que nos has dicho, por favor, a él.
Volvimos a repasar muy sucintamente el tema y Moncho para mí ya con más alcohol del debido te espetó: “Yo trabajo como un mulo, llegó reventado cada noche a casa y todo eso del amor me suena a idealismos femeninos. Una buena cena, un rato de televisión evasiva, y un buen revolcón, me da cierta vergüenza porque hablaba de mí, el dijo un buen polvo, ¿sólo pensaba en su cuerpo, Carlos? y a dormir. Palabra, que queriéndole como le quiero, pensé, sí, y a dormir, como un cerdo, dándote la vuelta y dejándome insatisfecha en la sensibilidad de mi corazón, sin una palabra de cariño o participación en el sexo común.
Desde entonces no hago más que preguntarme que hago yo al lado de Moncho. Sé que lo nuestro no es lo que, para que sea profundamente humano, debe ser, no puedo dejarlo aunque todo mi ser me grita que ese no es el amor y que así no, el sexo me tiene enganchada a él como el imán de la gravedad nos tiene atrapados a todos al suelo de la tierra, y la costumbre o atavismo de la rutina diaria me hace seguir en la noria de mi vida, dando vueltas y vueltas para volver siempre al mismo sitio y sin ir a ninguna parte ni llegar a ningún destino.
No quiere oír hablar de legalizar al menos civilmente nuestra unión, esto durará lo que dure, no te creas otra cosa yo quiero seguir viviendo contigo, ¿será porque tiene un sexo fuerte y explosivo, ardiente y vehemente como el mío, que le llena sus apetencias carnales y le satisface sus apetitos, y porque además le plancho las camisas de cada día para su engominado trabajo y le preparo el desayuno y la cena? Y cuando esto acabe, duerma o muera, ¿qué?
No quiere ni oír hablar de quedarme embarazada o de hijos, “pon – impositivo, déspota, cruel, autoritario y “su” decisión, - todos los medios y estate segura, pues me desagradaría que tuvieras que abortar,” pero, Carlos, ¿es esto una pareja aunque sólo sea humana, y es este el padre deseado para mis hijos deseados, si no ahora, más adelante, en un futuro nuestro y común? Ese futuro común y compartido en la paternidad ¿no es hoy tan incierto e inseguro como la propia estabilidad de nuestra pareja y relación?
No, nunca, jamás, dice él. Hijos, no. ¿Es esto una familia?
De verdad soy toda duda e indecisión. De verdad soy todo tristeza y vida fracasada. Sí, de verdad soy todo desilusión y vida muerta. Pero creo que de aquí ni puedo ni quiero salir.
Me hundo sola y la vida no tiene nada que exprimir ni que gozar. Estoy uncida al yugo de la costumbre, la comodidad de estar establecida, el confort, el sexo satisfecho, pues eso sí, “él es muy hombre”, y cierta confortabilidad y bienestar.
Aquí me encontrarás, si él no encuentra algo que le llene más, dentro de cinco años, de diez y quién sabe si hasta la ancianidad.
Un beso fuerte y gracias por al menos haberme llevado a saber que existe el amor, que es como yo lo soñaba y que hay parejas que lo viven y que lo gozan.
Desde lo más profundo del pozo de mi vida, Lorena.
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