domingo, 2 de septiembre de 2007

57.- ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué te he abandonado?"

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Mi Diario. Reunión del veintiséis de noviembre de 2005. Sábado.

El alejamiento de Dios.

La vida con Dios,"Dios existe, hay Dios" es de muy difícil explicación. Nos cuesta explicarnos el mal físico, terremotos, incendios destructivos naturales, erupciones volcánicas con miles de muertos, maremotos, olas gigantes y tantas otras catástrofes naturales.
Aún más nos cuesta explicarnos el mal físico: enfermedades destructivas y crónicas, sufrimientos incurables y postrativos, etc.
Si subimos en la escala los males morales y sicológicos, la locura, el maltrato, la esclavitud, la explotación del hombre por el hombre, son casi inexplicables.
Que decir de cuando en una misma persona o familia se ceba el dolor, la muerte, la enfermedad, la ruina, el hambre, la incomprensión de unos con otros, etc.
Pero si Dios existe, y existe, cómo explicarnos lo que puede parecer el
mayor fracaso de Dios, "la creación del hombre" con sus maldades sus desaforados egoísmos y lo que pudiera parecer aún el mayor fracaso del hombre libre, su a juicio de algunos pasajes Evangélicos y de la revelación de videntes y santos, su masiva condenación eterna.
Cuando pienso nos decía Carlos en este posible y masivo fracaso del Creador, Dios amoroso y misericordioso, que crea a los seres para ser felices y al hombre lo eleva hasta "hijo de Dios" y lo llama a su presencia eterna divina de su contemplación, "ver a Dios cara a cara y gozar de El", con unas mayorías, y hasta con una sola, condenación, se me hace casi imposibles creer en El y en su existencia.
Entonces pienso en su posible "no existencia". Miro a mi alrededor, a la naturaleza entera, si El existe creada, si o existe eterna, e incompresible, y la sola duda de su existencia se me hace aún más inexplicable. El universo no tiene explicación posible y el hombre como hombre aún menos, pues su racionalidad superior y su compresión del universo se hacen totalmente irracionales e incompresibles.
Por eso he llegado a la convicción que ateos-ateos, se dicen pero no los hay. En lo más profundo de sus corazones y de su racionalidad hay una continua duda, un continuo dudar de si mismo y de su propio ateismo. Agnóstico, es decir los que no quieren aceptar su existencia, hay muchos. Ateos, ateos creo que ninguno.
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