domingo, 2 de septiembre de 2007

40.- "Hasta las raposas tienen su guarida"

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VII. ENEMIGOS MATERIALES DEL AMOR.

Mi Diario. Reunión del nueve de julio de 2005. Sábado.
La falta de hogar propio.

Hoy, mi muy querido Diario, nos ha contado Carlos la historia de un matrimonio amigo que empezó a dar prematrimoniales en Santa Isabel de Hungría con ellos, en la Ciudad Alta. Herminia y Horacio. El era vendedor de una casa de representaciones de pañales, clines, papel higiénico y otros productos de higiene.
Tenían una niña, Fátima, de ocho o nueve años, y vivían en casa de la madre de ella. Desde luego él era un buenazo pues Doña Herminia madre, viuda, para gloria de su pobre marido, era y es un sargento de caballería. Era el alma de la casa, la suya, pero también la mentora y directora material y espiritual del matrimonio. Cuando se casaron, Herminia hija algo embarazada, Fátima nació a los seis meses y medio, con las prisas y la falta de dinero se olvidaron, sic?, de comprarse el piso. Se fueron a vivir con la madre y suegra respectivamente. Desde el principio ella puso los puntos sobre las “íes”. Que con cuanto tenían que contribuir, normal, al mantenimiento de la casa, agua, luz, teléfono, ni tocarlo Horacio, y menos para tu trabajo, alimentación, lavado de ropa, y un largo etc.
No se discutió ni se habló nada. ¿Tú cuanto ganas, Horacio? Entonces vosotros podéis pagar tanto. Y así se cerró el trato. Luego nació Fátima y la abuela suavizó un tanto las cosas con la llegada de la nieta, en la que se volcó, pues ella por mandato imperativo de su marido, Pepillo, no tubo más que a Herminia, hija.
Y así se determinó, ahora por mandato imperativo de la abuela, que no se podían tener más hijos, pues no cabían ni debían caber. Y Horacio, que era un padrazo deseoso de familia más numerosa y Herminia que quería un machito, tuvieron que aguantarse y usar su Ogino con mucho cuidado, exageradamente, para que no viniera otro vástago, so pena de expulsión inmediata del hogar. Menos mal que Herminia, hija, era un reloj exacto de veintiocho días y se podían usar “las cosas” con cierta exactitud y seguridad.
Luego les perdimos de vista durante dos años cuando cambiamos de centro de prematrimoniales al Centro de los Salesianos, primero, y a Santa Teresita después.
Cierto día paseando por la Avenida de Escaleritas los vimos venir gozosos y sonriente empujando un cochecito de niño al que Fátima se asomaba alelada cada minuto a ver a su hermanito. Nos invitaron lo primero a su casa, a SU CASA. Se habían embarcado en una hipoteca y un piso flamante, humilde pero nuevo, era su nuevo y libre hogar.
Estaban felices y rebosaban contentos por todos los poros. Por lo menos cinco veces nos invitaron a su piso nuevo.
No creo que os deba añadir nada más, terminó Carlos. En la próxima reunión iremos viendo todo el problema de la vivienda para las parejas jóvenes que se casan.
Cómo se resuelven, qué consecuencias trae el tenerlo o no, como afrontar pagos, letras e hipotecas, trabajo de los dos o uno, miedo al paro aunque sea parcial, de uno solo, por quedar ahogados por la hipoteca de la vivienda, cómo influye en la venida de los hijos, en la relación con los padres y con los amigos etc. Nos pidió ejemplos vividos y reales y soluciones que hayamos visto u oído en nuestro alrededor.
Cuando me iba acostar me puse de rodillas delante de mi cama, miré al crucifijo de mi abuela y de mi madre, el que irá encima de mi cama de matrimonio, y le di gracias, muchas gracias, inmensas gracias al Señor por tener este problema ya casi resuelto y con todas las garantías de resolver, pues tenemos detrás si nos falla algo “los banqueros” de nuestros padres pudientes.
“Hasta las raposas tienen madrigueras y el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza” Así que Tú, Señor, y tus discípulos que te seguían también tuviste un problema de vivienda. Supiste de la amargura de no tener hogar ni techo para que no te faltara ni este problema que compartir con nosotros, comprendernos mejor en nuestras desesperaciones por este tema y estar con nosotros compartiendo esta gran miseria del mundo de hoy, la falta de vivienda. Sobre todo para las parejas jóvenes que desean casarse y tener hogar y que ven pasar los días y los años sin que se vea ninguna luz al final del túnel.
¿No explica este problema un poco tantas parejas que se van a vivir juntas, sin casarse, porque no se atreven ni se fían de comprometerse juntos o uno por los dos a hipotecarse, si luego se rompe la convivencia, que conviven a tiempo parcial fines de semanas, viajes y excursiones, coche, mesa, mantel y cama, o que se acuestan regularmente sin casarse tras cinco, seis o siete años si no más de esperar el ansiado pisito de cincuenta o noventa, los ricos, metros cuadrado?
Deseo ver cómo opinan mis amigos del grupo sobre este tema y hasta me da vergüenza decirles que a nosotros no nos preocupa por la falta de solidaridad que parece conllevar esta postura.
Buenas noches, José Carlos, mi amor, gracias por el que será nuestro hogar. Qué obligación más grande tenemos de hacer y tener un hogar cálido y feliz, el que nos ha regalado la Providencia de Dios, al ayudarnos a ganar “el pan con el sudor de nuestra frente”.
Amén.


Preguntas para la Reunión de Grupo.

Copio ahora las preguntas y luego cómo fue la reunión aunque en mi Diario, al referir el tema ya he prediseñado algunas.

1º.- ¿Cómo afecta el tema de la viviendo a las parejas de novios de hoy?

2º.- ¿Cómo suelen solucionar el problema, con una vida casi matrimonial, fines de semana, viajes, excursiones, coche, mesa, mantel, diversiones y cama, a “tiempo parcial”, volviendo a casa de los padres el resto de los días laborables?

3.- Otros se embarcan en vivir juntos pero sin compromiso “común” del pago de la vivienda, hipoteca y entradas, adquirido solo por un de los dos, que se quedará con la vivienda en caso de ruptura, pues suya es, o pactando la división, creando un clima de miedo, desconfianza y entrega total de la pareja.

4º.- Espera imperdonable, de años y años de espera en unos noviazgo timoratos y pasotas en los que se va muriendo la ilusión y el amor y se convierten en una rutina de ir a verte y salir contigo más que en un anhelo de estar a tu lado y compartir la vida.

5.- Hipotecarse al menos en el sueldo de uno de los dos, con un miedo infernal al paro que lo destruiría todo, y viviendo del sueldo del otro, que a veces da para coche, diversiones y vacaciones, pero no para hijos.

Reunión del Grupo.-
En nuestro grupo, por un mimo especial de la Providencia el problema vivienda no se da.
Mónica y Francisco Javier van a vivir en un casi alpende que ha ido arreglando en el mismo ampo que trabajan muy cerquita de sus padres y de San Mateo, pueblo.
Isabela y Juan Carlos, nosotros dos, y María y Tomás hace años que nos hemos metido en el lío de un chalecito, adosado o unipersonal, ya en alguna Urbanización nueva, ya en alguna finca de nuestros padres, arreglando alguna casita de guardas o algunas dependencias sin uso actual por obsoletas.
Clara y Jorge se han comprado un piso muy cerca de la Avenida Marítima y Magdalena y Pedro viven hace ya tres años y medio en un piso precioso que les regalaron los padres de ambos meses antes de la boda y de nacer Marioles, su hija.
Pero hablamos de primos, amigos, compañeros de universidad o de trabajo, conocidos que trabajan en supermercados, dependientas de tiendas o centros comerciales, albañiles, y conocidos de otros oficios. Todos, cuando no han construido un pisito encima de a casa terrera de sus padres, tiene el gravísimo problema de la vivienda que cercena la pronta “vida en común” tras un compromiso serio, religioso o civil, y mucho más aún la ilusión por un hijo pronto y cercano.
Rezamos al cerrar la reunión por todas esas parejas jóvenes para que no pierdan la ilusión y para que encuentren soluciones sociales a su problema, moviendo el corazón de políticos y autoridades a aliviar y ayudar en este gravísimo problema.
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