martes, 20 de noviembre de 2007

21.- "Respétame. Soy tú. Debo respetarte. Eres yo"

22.- "El golfo de Víctor Manuel"

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De Vanesa.

ENEMIGOS DEL AMOR.
Enemigos afectivos.
Falta de fidelidad.

Mi Diario. Reunión del veintidós de enero de 2005. Sábado.

Estimado Carlos:

Porqué será que la corneada, es la última en enterarse. Víctor, Víctor Manuel, mi marido, es un padre ejemplar. Siempre lo ha sido desde hace cuatro años y medio que nos casamos. Cuando nació Guasimara, nuestra pequeña de tres, se le desbordó la paternidad y el amor hacia mí. Por causa de las causas, estaba en el Golfo Pérsico patrullando, dando el callo por la civilización occidental y la abolición del terrorismo y yo llevaba ya nueve meses de embarazo sola, más sola que la una, más, que la más viuda entre las viudas.
Me regaló una pulsera de brillantes, eres la mejor de todas las madres y me has dado la hija más bonita del mundo. Tú te lo mereces todo y mi amor por ti es casi tan ancho y largo como la rosa de los mares y tan alto como la estrella de los mares Iris. Todo poético, todo amoroso, todo paternal, todo bondadoso.
Mi madre, bendita sea que tengo una madre encantadora y que me adora, pasó en Rota conmigo casi mis primeros tres meses de embarazo, pues estos son fatales para mí. Devuelvo, amanezco con mareo, dolor de cabeza, y unas arcadas que me hacen estar tirada en el sofá de salón casi todo el día.
Y tres meses antes de dar a luz el “señorito marino” o el marino señorito, no sé, se fue a navegar. La Patria lo llamaba. El deber, el servicio y la protección de la comunidad, la Armada, la Marina, su trabajo, su carrera, sus posibilidades de ganar más y ascender, el que todo sus compañeros, militares de honor, se habían ofrecido ya, eran sus argumentos una y otra vez para justificar, a pesar de mi embarazo, su presentación como voluntario a tan arriesgado y valiente destino. A navegar como primer oficial de la Corveta o Fragata o no sé que cascarón con cañones a los mares de próximo Oriente.
Hizo su petate, bueno su maleta, más contento que nunca. Eso sí, sus trajes y uniformes bien planchados, sus camisas blancas impecables, sus zapatos negros como soles, sus, sus, sus…
Y yo envuelta en mi bata rosa todo el día, de la cama al sofá, pues el médico temiendo que lo perdiera me mandó reposo absoluto. Menos mal a Manuela, que es un sol y me cuidaba como a una hija, más que como a la señora del primer oficial del “Jaime El Conquistador.” Que luego resultaría ser el conquistador de Jaime o de Víctor.
La sonrisa no se le quitaba del rostro, de oreja a oreja, ni para despedirse. Para él, el barco es su felicidad. Sí, ya sé, le gusta navegar, es su profesión, su trabajo y si el trabajo es vocación, nació para cruzar los mares, y le agrada es mejor que si fuera un trabajo desagradable o que odiara.
Pero lo que desde luego le gusta es su independencia, su alta aristocracia del mando, sus marineros a su servicio, la tranquilidad de su confortable camarote, antes eran unas pocilgas estrechas y malolientes, pero hoy los de los oficiales son residencias de lujo, con su ordenador, su Internet, navegar navegando, su música en la cadena pequeña estéreo, su butaca cómoda para leer sus novelas o libros, y luego su sala de oficiales para jugar a las cartas, al dominó, leer el periódico o charlar amigablemente sobre las últimas conquistas en el último puerto de ruta.
Sí, Carlos, como siempre una “mala amiga,” mujer del Tercer Oficial, compañero de Víctor Manuel, me lo ha chivateado todo.
Ella se ha enterado que su marido, Domingo, es un juerguista y un ligón descarado de todos los “piano bar” de todos los puertos. Y antes, de todos los caraoques o como se llamen. Y, ¡ah! maravilla de las maravillas, su compañero de aventuras y chabacanerías, de juegas y francachelas, de copas de más y mujeres treintonas separadas y hambrientas,
su inseparable y adorado, por superior ligón y avistador de piezas a tiro, es Víctor Manuel.
Quién lo iba a decir del buen hijo, casta de marino, abuelo, Medalla Militar, padre Almirante, ya retirado, con ejemplar hoja de servicio, mejor marido y excelente padre, marino ejemplar y orgullo de la Escuela de Marín.
Ha dejado mi vida deshecha pues tras el nacimiento de Guasimara volvió al mar. A la Mar, como ellos dicen. La mar es femenino. Si será por los ligues en cada puerto. No un amor en cada puerto. Eso sería hasta romántico. Un revolcón en cada puerto y con cualquiera a tiro, en esos bares, donde van a parar todos las solitarias en busca de solitarios, para consuelo y recreo mutuo.
Ves porqué esta carta está llena de ironías y despecho. El muy “cerdo”, perdón, Carlos por la palabra, pero lo es, me volvió a dejar embarazada, espero a Jaime, - hay que tener al menos la parejita, debemos cumplir “el crecer y multiplicaos”, hay que ser solidarios con la humanidad, tengo unas ganas locas de que “ME DES” un varón, ¿será cochino?, me des,- volvió mi madre, bendita sea, y se fue a navegar por los siete mares buscando tranquilidad, comodidad, disfrute, placer y siete revolcones con siete desconsoladas.
Y mientras, yo en casa, atada a la pata de la cama por el sagrado compromiso del sacramento y de mi fe, de la que gracias a Dios no reniego, pues es mi única fuerza para “navegar”entre colegio de Guasimara, lavadoras, cocinar, preparar la ropa de Guasimara, bordar la canastilla, pañales, camisillas y faldón almidonado para el bautizo.
¿De verdad me casé para esto? ¿Porque yo no trabaje, debo seguir aguantando sus infidelidades, ya que él es quien trae el dinero a casa? ¿Por mis hijos, porque tengan un padre, un padre como ese, merece la pena aguantarle?
¿No son en verdad “los hijos de nadie,” pues él, desde ahora, es ya “nadie” para mí?
De verdad que no sé que hacer. No me atrevo a contárselo a mis padres. No puedo trabajar, lo encontraría, creo que pronto, pues soy una muy buena abogada “feminista”, - ¡OH! ironía de las ironías, - especializada en ayudar a mujeres, maltratadas, engañadas, separadas o por separar, ni buscar trabajo ahora en medio de mi embarazo.
Sólo sé que mi barriga engorda y engorda mientras ese canalla vive sin peso ninguno su vida de juergas y francachelas salvajes.
Un beso fuerte. Espero que te acuerdes de nosotros pues el padre de Víctor Manuel estaba destinado en Las Palmas, en el Arsenal, cuando hicimos el Cursillo para casarnos y nos casamos en la Base y allí lo celebramos.
Te mando mi dirección pues espero ansiosa y angustiada tu respuesta. Otro beso fuerte y para Elena, que maravilla de mujer tienes, dos.
Vanesa.
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23.- "Respeta la libertad de tu pareja. Es persona y libre"

Mi Diario. REUNION del cinco de febrero de 2005. Sábado.

24.- "Lorena en el pozo del desamor"

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Mi Diario. REUNION del diecinueve de febrero de 2005. Sábado.
De Lorena.

ENEMIGOS DEL AMOR.
La falta de entrega. Sólo acompañamiento, interés y sexo.
“Sin esperar nada” “Mi amado es para sí y yo también para mi amado”


Desde que hablamos en tu casa, tras la boda de tu hijo Carlos, recuerdo que me sacaste a bailar cuando llevaba un rato junto a la puerta mientras Moncho se tomaba con sus amigos wisky tras wisky, y me empezaste a preguntar con cariño y confianza, eres amiga de Carlitos o de Bea, de los dos por separado, pero Moncho es muy amigo de Carlos desde hace años, estás casada o sois novios, ni lo uno ni lo otro, vivimos juntos desde hace dos años, qué bien si os amáis mucho, el amor es…
Bebí todas las palabras de tus labios. Mi instinto quería que la pieza durara y durara para poder seguir escuchándote. Estabas diciendo en alto todo lo que yo “sabía en mi corazón” que era el amor. No mi pobre amor, en la pobreza de unión de mi pobrísima pareja humana.
Terminó la pieza y junto al porche con Ursula, mi amiga, que se acercó, siguió la conversación. Ella también vive con Eduardo, pues no están casados ni siquiera por lo civil. Igual que nosotros. Sí, Carlos, ese, del que hablabas, es el amor. El amor que mi corazón siempre ha suspirado por encontrar, siempre ha soñado como lo único que podía llenar mi ser y mi persona entera.
Donación, entrega mutua, buscar la felicidad del otro, esperarlo todo del ser querido. Ilusión y aventura al vivir toda la vida juntos, construyendo nuestro futuro, cada día, cada hora, cada momento, haciendo realidad las ensoñaciones de la ternura y el deseo. Y en él, los hijos, como una bendición de Dios, como un regalo hecho carne de nuestro mutuo amor.
Ursula te miraba y te miraba pensando, como luego me dijo, que cómo podías leer tan profundamente y con tanta claridad, en su corazón.
En un arranque de espontaneidad y sin preguntártelo te dije, espera, llamé y traje a la fuerza a Moncho, repítelo todo los que nos has dicho, por favor, a él.
Volvimos a repasar muy sucintamente el tema y Moncho para mí ya con más alcohol del debido te espetó: “Yo trabajo como un mulo, llegó reventado cada noche a casa y todo eso del amor me suena a idealismos femeninos. Una buena cena, un rato de televisión evasiva, y un buen revolcón, me da cierta vergüenza porque hablaba de mí, el dijo un buen polvo, ¿sólo pensaba en su cuerpo, Carlos? y a dormir. Palabra, que queriéndole como le quiero, pensé, sí, y a dormir, como un cerdo, dándote la vuelta y dejándome insatisfecha en la sensibilidad de mi corazón, sin una palabra de cariño o participación en el sexo común.
Desde entonces no hago más que preguntarme que hago yo al lado de Moncho. Sé que lo nuestro no es lo que, para que sea profundamente humano, debe ser, no puedo dejarlo aunque todo mi ser me grita que ese no es el amor y que así no, el sexo me tiene enganchada a él como el imán de la gravedad nos tiene atrapados a todos al suelo de la tierra, y la costumbre o atavismo de la rutina diaria me hace seguir en la noria de mi vida, dando vueltas y vueltas para volver siempre al mismo sitio y sin ir a ninguna parte ni llegar a ningún destino.
No quiere oír hablar de legalizar al menos civilmente nuestra unión, esto durará lo que dure, no te creas otra cosa yo quiero seguir viviendo contigo, ¿será porque tiene un sexo fuerte y explosivo, ardiente y vehemente como el mío, que le llena sus apetencias carnales y le satisface sus apetitos, y porque además le plancho las camisas de cada día para su engominado trabajo y le preparo el desayuno y la cena? Y cuando esto acabe, duerma o muera, ¿qué?
No quiere ni oír hablar de quedarme embarazada o de hijos, “pon – impositivo, déspota, cruel, autoritario y “su” decisión, - todos los medios y estate segura, pues me desagradaría que tuvieras que abortar,” pero, Carlos, ¿es esto una pareja aunque sólo sea humana, y es este el padre deseado para mis hijos deseados, si no ahora, más adelante, en un futuro nuestro y común? Ese futuro común y compartido en la paternidad ¿no es hoy tan incierto e inseguro como la propia estabilidad de nuestra pareja y relación?
No, nunca, jamás, dice él. Hijos, no. ¿Es esto una familia?
De verdad soy toda duda e indecisión. De verdad soy todo tristeza y vida fracasada. Sí, de verdad soy todo desilusión y vida muerta. Pero creo que de aquí ni puedo ni quiero salir.
Me hundo sola y la vida no tiene nada que exprimir ni que gozar. Estoy uncida al yugo de la costumbre, la comodidad de estar establecida, el confort, el sexo satisfecho, pues eso sí, “él es muy hombre”, y cierta confortabilidad y bienestar.
Aquí me encontrarás, si él no encuentra algo que le llene más, dentro de cinco años, de diez y quién sabe si hasta la ancianidad.
Un beso fuerte y gracias por al menos haberme llevado a saber que existe el amor, que es como yo lo soñaba y que hay parejas que lo viven y que lo gozan.
Desde lo más profundo del pozo de mi vida, Lorena.
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25.- "Mi amado es para sí y yo también para mi amado"

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A Lorena.

ENEMIGOS DEL AMOR.
La falta de entrega. Debes salir del pozo.
De sin esperar nada a esperándolo todo.

Mi Diario. Reunión del cinco de marzo de 2005. Sábado.

Querida Lorena.
Aunque yo se que no me pedías que te escribiera, yo sé que lo deseabas. Tu carta era con un remite en letras grandes y gruesas para que no pasara desapercibido, por lo que pude ver a casa de tus padres, no quieres que Moncho cogiera la posible respuesta,
Y cada frase de ella invitaba a una reflexión, juntos.
Pero, Lorena querida, yo no puedo sacarte del pozo en que tu estás según dices voluntariamente metida. Ni siquiera puede echarte una escalera para que si quieres salgas. Sólo tu voluntad, libre y decidida, puede hacerte subir a la superficie.
Aunque por lo que leo en tu carta tu voluntad ya no es muy libre y está atenazada en la rutina, la comodidad, el bienestar, la rueda fácil de la cuesta abajo y el sexo lleno que cuando llega a ser culminación en la mujer, deseo y satisfacción satisfecho, le ata más incluso que al hombre.
Tienes que salir primero de esa rueda que no es de la alegre noria de la vida, que la llena del agua saltarina y limpia que fluye y corre jubilosa por nuestras venas, sino rueda de molino pesada, gruesa y de piedra que va deshaciendo tu vida, tus ilusiones y tus esperanzas, y triturando tu tiempo, tus futuro y tus deseos de vida compartida en el amor y en la hermosa paternidad y maternidad de los hijos.
Lorena, Lorena, sólo tú puedes. Yo te diría que tienes que dar dos saltos. Primero hacia tu libertad plena de mujer libre. Si tienes algo de fe, de mujer llena de la libertad de los hijos de Dios que es la libertad en plenitud. Y esa libertad sólo la podrás encontrar dentro de ti misma. Si tienes algo de fe pídesela a Dios, que es Padre y Padre de Misericordia.
Luego el segundo salto, ya libre y no atada con ninguna esclavitud ni becerro de oro que te hayas construido para adorarlo y adorarte, será más difícil, arduo y doloroso.
Te tienes que sentar delante de Moncho y primero hacerle comprender que eres un ser humano, una mujer con su inteligencia, su voluntad y sobre todo con su corazón, sus sentimientos, sus ilusiones y sus esperanzas. Que le quieres pero no por encima de él mismo, y que desde luego no puedes consentir que se degrade tanto que te use sólo como un objeto de placer en el sexo, de servicio en la casa, y de acompañamiento para sus momentos de soledad sin amigos o diversiones.
No discuta, Lorena. No lleves la conversación a si pero tú más. Termina diciéndole que lo piense, que lo medite, que admite también sus puntos de vista para razonarlo y que hasta luego. Quiero decir tras tu exposición desaparece. Bueno, cariño, ya seguiremos hablando pues lo deseo mucho. Perdona pero he quedado para una cosa urgente en mi trabajo y tengo que salir. No metas aquí a tu madre que has quedado con ella. Las suegras apart4 en otro momento. Sí, hasta luego. Te quiero. Un beso. Y desaparece.
Con serenidad volver a tratar el tema cuando él lo haya rumiado. Y si el se pone razonable, escúchale con amor y paciencia. Intenta ver sus puntos de vista y ponerte en su carne. Pero en esta conversación las cosas tienen que quedar muy clara. O cambian o es el fin del fin. Hay algo que está por encima de ti misma y es la dignidad de los dos.
Creo que Moncho es lo suficientemente inteligente para comprender, ver y salir de sus egoísmos quizás maternales, de hijo super único y mimadísimo.

Creo que te quiere lo suficiente para darse cuenta que amar es salir de él e ir a ti.
Que Dios te acompañe en esta aventura si realmente quieres tirarte al torrente de lo que
Dios quiera. Solo me queda decirte que existe Providencia, y que esta es el cuidado amoroso y detallista que Dios tiene con cada uno de sus hijos.
Y te puedo asegurar con toda la fe de mi corazón que Dios te quiere y que eres una hija muy querida de su corazón de Padre.
Con cariño y teniéndote casi de continuo presente en mi oración al Señor, Carlos
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26.- "La entrega contolada"

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A Inés.

ENEMIGOS DEL AMOR.
La Confianza a medias.
La falta de fe y confianza en el otro.

Mi Diario. Reunión del diecinueve de marzo de 2005. Sábado.

Querida Inés:
no sabes lo que sentí que desaparecieras tan de repente y sin vernos para despedirnos cuando por no se cuanto tiempo pediste la excedencia temporal en tu Compañía de vuelo para terminar de estudiar tu carrera y luego te trasladaste a Barcelona a vivir cuando te volviste a incorporar.
Nos mandaste una despedida cariñosa con Mariole, mi hija, tu compañera de trabajo y sobre todo tu amiga, pero no se si por tu timidez superlativa o el exceso de prisa tan a la moda no pasaste a decirnos adiós a Elena y a mí. Me hubiera gustado darte un beso, pues no sabes, de verdad no sabes, el cariño que te tengo. Bueno, te tenemos.
Quizás también influyó el no tener que contar, por si te preguntaba por él, la ruptura con Boro.
Ahora, a toro pasado, te diré que nunca me llenó él para ti. No me “convencía”. Y sentía en el fondo del corazón una desmarginada pena por ti, porque la vida, las circunstancias y la soledad quizás, te habían llevado a entrar, a caer tal vez, a aceptar y a esperar donde nunca debías haber entrado, ni caído, ni aceptado, ni mucho menos esperado nada pues el proyecto, la relación y la entrega mutua carecían de plenitud.
Creo que el vaivén de la vida desarraigada de azafata en el extranjero, la soledad compartida con la soledad del otro os unió más que un amor verdadero.
No niego que quizás su simpatía, tu compasión, hecha casi ternura maternal, su frustración matrimonial, (Boro estaba separado ¿Verdad?) Y el que el buscara refugio en tu corazón cariñoso, compasivo y solo, te fue enamorando poco a poco, liando y liándose en tu amor y cuando te diste cuenta erais pareja. Salir a tomar algo tras los vuelos, porqué no bailamos si en el restaurante había pista y músicos, charlamos un rato más en mi cuarto del Hotel pues tengo el sueño cambiado con los vuelos, caricias y besos cada vez más íntimos, todo te iba atando con unos lazos de los que nunca estuviste segura pero te auto convencías de que sí.
Acuérdate aquella noche que cenamos todos juntos en El Herreño, creo que un día de Carnaval o así, en que en un aparte le dije a Boro “cásate” y tener hijos. Me respondió: yo bien quisiera pero Inés no quiere. Prefiere esperar. Esperar ¿qué o a quién? Boro no le caía bien Elena madre porque decía que te quería para uno de nuestros hijos.
Pensabas que “ese” (Boro) no era el hombre definitivo de tu vida. O no sabías quizás si tenía que haber un hombre definitivo.
No se cuántas incertidumbres, cuántas pequeñas o no tan pequeñas desavenencias, cuantas ilusiones no compartidas, cuántas faltas de confianza con motivos o sin ellos, cuanta inseguridad en el porvenir o cuántos motivos íntimos y secretos han podido romper tu pareja y decidirte a dejarlo para siempre. Lo siento. Lo siento por ti enormemente pero me alegro. Seguro que tras muchas cavilaciones, de indecisiones y de sufrimientos, te has quitado una losa de sobre tu corazón. Es mejor, es muchísimo mejor vivir la cuesta durísima de la soledad en soledad que se puede convertir en alegría, a la soledad mal compartida.
Inés, mi querida Inés, al menos espero que hayas comprendido y aprendido que el amor no se puede entregar si no se está plenamente segura. Insegura no es pleno y verdadero amor. Te mando la carta a Mónica sobre el amor según San Pablo. Lo espera todo, lo cree todo, no Pasa jamás. El amor no se puede controlar ni entregar a medias. Entonces no es amor.
Y ahora espero que cuando pases por Las Palmas, aunque sean unas horas y por encima de todo vengas a vernos. En casa, de Mariole o nuestra siempre tienes un sitio que el cariño y nuestra compañía y amistad harán más confortable que el Hotel.
Un beso fuerte, Carlos

Post data: Elena te manda muchos recuerdos y dice que vengas.
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27.- "Primero son mis aficiones. Después, quizás, tú"

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28.- "Antonia y su marido borracho"

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ENEMIGOS DEL AMOR.
El amor es a veces sacrificio y renuncia.
En la salud y en la enfermedad, que a veces es vicio, decadencia o decrepitud, todos los días de mi vida.

Mi Diario. Reunión del dieciséis de abril de 2005. Sábado.

Ayer nos contó Carlos la triste convivencia de Antonia, una señora de la limpieza y de Boro su marido, más beodo que el más beodo.
Antonia era una sirvienta, una chica, era ya entonces más bien una señora, de servicio.
Lo que hoy eufemísticamente llamamos “empleadas del hogar”.
Vivía en Gáldar y todas las mañanas tras levantar a sus hijos y tras el aseo, darles el desayuno, cogía la guagua Galdar - Las Palmas y El Hoyo-Escaleritas, para venir a casa a trabajar.
Era una mujer muy dispuesta de las que limpian a fondo, según Elena. Alegre, bastante bien parecida, debía haber sido muy guapa y atractiva, una mujer espléndida. Un poco caderona, poco, por los tres embarazos sin cuidarse después, y una alimentación a base de cuchara, de un gran caldero que había que llenar de las legumbres o verduras más baratas de temporada, papas, muchas papas para todo, a ser posible de Chipre, que son más baratas y lentejas, habichuelas, garbanzos, en potajes canarios, y pasta de las Islas, de harinas baratas. Y esta alimentación alimenta, pero engorda.
Con todo, el trabajo fuerte no la dejaba ser barriguda o triposa. Mantenía un cuerpo de buen ver.
Cuento todo esto para que podáis suponer que fue una chica humilde, muy humilde, pero de las más atractivas de las que paseaban, no tenía dinero nada más que para pasear, por La Alameda los domingos.
Boro, Salvador, un chiriguiví del pueblo, un niño de una familia bien, la perseguía a todas horas. Ella se resistió heroicamente a aceptar el noviazgo. Él la colmaba de regalos y atenciones. Estaba a pie de baile en todas las Verbenas y si ella bailaba sola con sus amigas se hacía el encontradizo, bailando enfrente. En todos los bailes canarios, antes que nadie, era su pareja. Y Antonia cayó en sus redes. Se casaron a pesar de la oposición de la familia de Boro. El no hacía nada ni trabajaba en ningún sitio. Era solamente el hijo de papá y mamá e hijo único.
Cuando vino Manuel los abuelos cedieron. Pero las horas muertas de Boro las pasaba con los amigos en la taberna. Bueno en todas las tabernas del pueblo, que en todas tenía crédito para beber como una esponja y pronto fue una cuba andante. Después entre borracheras y pequeños periodos de abstemios y sobrios, muy pequeños, vinieron Antoñita y Salvador, Borito.
Las cosas fueron tan a más, que Antonia tuvo que separar las noches borrachas del padre de los días serenos y confiados tras el Colegio de los hijos. No quería de ningún modo que los hijos vieran la vergüenza de un padre borracho. Bastante podría ser que algún mal amigo, con esa mala idea que a veces retuerce el corazón y las palabras de los celos o las venganzas de compañeros de clase o Cole, le soltara lo de “borracho tu padre, que va aguantando todas las farolas de Galdar.”
Tuvo suerte porque enfrente justo de donde vivían sus padres, Doña Manuela y Don Antonio, había una medio casa que alquiló para ella y para Boro y recogerle allí cuando llegaba a las tantas más borracho que una cuba. Y sus tres hijos se quedaban a dormir en casa de los abuelos, dónde hacían sus deberes al volver de Colegio y esperaban a su madre para que les diera la cena.


Boro se bebió su fortuna, casi la de toda su familia y no pudo con el sueldo de Antonia porque esta recorrió todas las tabernas y bares anunciando que si fiaban a Boro era dinero perdido y tirado a la calle porque ella, Antonia, se rompían los huesos para alimentar a sus hijos y darle educación y nunca para vino aunque fuera el de su marido. Quedó clarito, pero que muy clarito y aunque alguno quiso cobrarse algunos vasos de vino de Boro ella nunca pasó por ello.
Así y todo el alcoholismo fue mermando la salud y las fuerzas de Boro. Llegó a estar hecho una piltrafa y empezaron los ataques de delirium tremen.
Antonia con una paciencia infinita, con un amor generoso y fuerte como la vida misma, con un aguante heroico y marital, le recogía cada noche, algunas veces en las tabernas del pueblo, otras cuando le traían arrastrando sus amigos y compañeros de francachelas, le lavaba, le daba algo de comer si el cuerpo de él lo aguantaba y le metía en la cama y le arropaba.
Un día cuando me contaba todo esto añadió: luego reventada y deshecha, desilusionada y casi enferma de angustia y zozobras, luchando siempre por mantener la reputación y el cariño hacia su padre de los hijos, que le adoraban desde pequeños, ocultándoles siempre la verdad con medias o enteras mentiras, me acostaba a su lado y si le daba un ataque de delirio durante la noche, entre sueños y vomiteras, retorciéndose por los monstruos imaginativos que veía en sus soñolencias, a veces entre gritos y quejidos, me levantaba, le daba un calmante que tenía para el caso y esperaba en duermevelas que volviera a calmarse y a dormirse.
Antonia, ¿Pero Usted duerme con él, en la misma cama?
Don Carlos, yo le quiero, es mi marido.
Y así aguantó Antonia con fortaleza infinita y con perseverancia fiel hasta que la muerte les separó. Lloró a Boro, le guarda en su corazón dolorido porque le amó hasta la saciedad, pero hoy es otra mujer, alegre y divertida, con ganas de vivir y gozando de su nuevo marido, un hombre honrado y trabajador, que quiere a sus hijos como propios, y de estos que ya son casi hombres y mujer. En la enfermedad y en la decrepitud puede el amor, fuerte como la muerte, seguir manteniéndose hasta la eternidad.
Ya sé que esta actitud heroica no es, llevada hasta este extremo, ni corriente ni quizás “obligatoria”. Solo quiero decir que siendo admirable, inmensamente admirable y bella, no forzosamente y necesariamente imitable en todas sus extremos, el amor es así en muchas personas, inconmensurable y desde luego muy parecido al de Dios a sus criaturas e hijos, porque Dios nos quiere, nos ama, nos protege y nos espera aun cuando a veces nuestra vida es mucho más viciosa, repugnante y fea que una borrachera.
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viernes, 7 de septiembre de 2007

29.- "Mi marido es una máquina de fabricar euros"

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De Sagrario

ENEMIGOS DEL AMOR.
Corporales:
Exceso de trabajo. En la calle, en casa; hombre/mujer

Mi Diario. Reunión del treinta de abril de 2005. Sábado.

Querido Carlos:
Hace tiempo que deseo escribirte pues han pasado los años desde nuestro Cursillo en Santa Isabel de Hungría y desde aquel encuentro en el Náutico en una fiesta andaluza, con tu sobrina Mara, que bailaba como nadie, andaluza de pura cepa ella, de Jerez, y que se paso bailando toda la noche sin parar ni por un vaso de refresco. Luego no nos hemos visto ni siquiera en Misa, hasta que el otro día al bajarme del coche, para comprar en el Supermercado “El Metro” te vi que salías de él, te reconocí y me acerqué a saludarte. ¡Qué alegría! Bueno y pensar que vivimos a menos de quinientos metros de carretera y que no nos habíamos cruzado nunca.
Yo era azafata del Jetfoil , recuerdas, luego Jefa de Azafatas y ahora trabajo sólo por las mañanas de ocho a dos, pues quiero tener tiempo para las niñas.
Bueno, te diré. Tenemos dos. La Mayor se llama como su abuela paterna; Cristina, pero la llamamos Chata. Tiene doce años, ¿doce años? Cómo pasa el tiempo, Dios mío, y va a las Teresianas con su hermana Sagrario, esa como yo. No hay varones a pesar de haberlos deseado largamente. La pequeña tiene ocho. Las dos, para que voy a decirte, si son hijas mías, son monísimas.
Benjamín, mi marido, lo recuerdas del Náutico pues no estaba en el Super, es alto, moreno, fuerte y muy cuarentón. Trabajador, excesivamente trabajador. El trabajo se le ha hecho un vicio. Vive para trabajar pues no sabe trabajar para vivir. A las siete muchos días ya está en su oficina, es Gerente de una Consignataria, que es de la familia de su padre y ha heredado él como único varón, casi nunca come en casa, esas “comidas de trabajo”, ¡qué desesperación de comidas!, y cuando llega a las diez de la noche llega temprano, cena frugal si o viene cenado, ducha rápida, leer por encima los periódicos de la tarde, el resumen de los de la mañana ya se lo pasa su bonita secretaria, y a dormir a piernas suelta. .
Gana los euros a espuerta. Chalet en la carretera de Marzagán, a diez minutos de Las Palmas, coche y coche deportivo, amarradero en Pocito Blanco y claro, con barco incluido, para agasajar a clientes y amistades de interés crematístico, él no mueve un dedo si detrás no puede venir disparados un chorro de Euros, bautizos y comuniones parecían más un party social que una celebración religiosa, viajes de negocios cada diez días o menos y los domingos y fiestas sino está de viaje al barco con algún amigo que pueda dejar una buena pasta en un buen negocio conjunto.
Mi marido, mi querido y en otros tiempos idolatrado Benjamín, se me ha convertido en una máquina de fabricar euros. Los hace muy bien y muy abundantes. Pero no tiene ya ni un segundo ni para mí, sí cuando necesita “sacarme muy arreglada” porque la cena con el alemán es, pues ha venido con ella, con señora, y mucho menos tiene un segundo para sus hijas. Al llegar por las noches un beso si aún están despiertas y a la cama.
Un día cuando se levante a las diez en pijama y entre en la cocina donde estemos las tres desayunando quizás Sagra me va a preguntar que quien es este señor, que ha entrado en pijama.
Estoy desesperada. He hablado con él por activa y por pasiva. Le he dicho, le he suplicado, le he rogado. Que todo lo hace por las niñas y por mí, porque podamos vivir bien, en una buena casa, con un alto standing, tener buenos Colegios y luego buenos Colegios Mayores para la Universidad, buenos trajes y perfumes, buenas fiestas, para que las bodas sean buenas bodas entre “gente bien” etc..etc.
Yo casi llorando le he dicho que las niñas y yo no queremos tanto ni tantas cosas, ni tantos regalos por santos y Reyes, sino que queremos tener un marido y un padre.
Pero el está metido en un torbellino del que ni quiere ni creo ya puede salir, pues es como un tifón que cada vez lo tiene más atrapado y más lejano.
¿Para que querré el dinero si no puedo disfrutarlo con él y con mis hijas los cuatro juntos?
¿De qué sirve tanta opulencia si se ha perdido la felicidad y las ocasiones de ser felices?
Creo y mis hijas lo saben que es el único padre que jamás ha ido a una fiesta del Colegio de nuestras hijas o a una reunión de padres. Mis hijas no recuerdan haber jugado nunca con su padre, haberse tirado por el suelo y revolcado en la alfombra un domingo por las mañana, o haber salido de su mano a comprar alguna chuchería o al al cine infantil.
Mil veces preferiría vivir en la pobreza pero vivir con él, compartirla con él y luchar con él para salir cada día adelante.
Un beso cariñoso y de mis hijas que te recuerdan con simpatía de cuando nos encontramos,
Sagra.
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domingo, 2 de septiembre de 2007

30.- "Porque para Dios nada es imposible"

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De Javier.

ENEMIGOS DEL AMOR.
Enfermedades que se ocultan. “Mi mujer es estéril”

Mi Diario. Reunión del catorce de mayo de 2005. Sábado.

Cuando me casé, querido Carlos, yo no sabía que Cristina era muy posiblemente estéril. Cuando durante el noviazgo había salido el tema de los hijos, cosa muy natural en la pareja que pone sus ilusiones también crear una familia numerosa, nunca había hablado claro. Siempre, es verdad, había añadido “si los tenemos”, “hay muchas parejas que nunca tienen aunque los buscan”, “en último caso se pueden adoptar”, y otras expresiones parecidas, que no me alarmaron ni me hicieron sospechar nada de nada. Eran como hay una posibilidad como en otras muchas parejas de que no tengamos, no hay una seguridad plena de tener. Pero nunca, nunca había habido una expresión clara de que ella, tras aquella enfermedad y aquellos análisis y sus resultados, tuviera la casi seguridad de su esterilidad por las afirmaciones de los médicos en ese mismo sentido. “Puedes ser estéril.” Terrible sentencia, pero muy cercana a la verdad. No sabían si de nacimiento o como consecuencia de todos sus males infantiles y juveniles que fueron muchos y variados. Tampoco puedo afirmar que lo ocultó con malicia, es decir para que yo no lo supiera y no me echara atrás por ello, o si realmente nunca se lo creyó del todo, porque le hería, le dolía y temía creerlo. Era como una cerrazón a la fuerte luz que quema los ojos y estos se cierran cada vez más en su defensa.
Lo cierto es que cuando empezaron a pasar “los tiempos” con todas las puertas abiertas, con todas las búsquedas en plenitud, con la paternidad por mi parte anhelante, y creo sinceramente también por la suya, agarrándose a la última esperanza, fundamentada solo en su engaño a si misma, y el embarazo no se producía, empezó a entrar en una zozobra, una angustia, una inestabilidad de carácter y ánimo, de trato, sobre todo hacia mí, a veces casi agresivo y sin motivo, que me alarmó profundamente.
¿Qué te pasa, Cristina, qué te pasa? A mí puedes decírmelo. Le decía precisamente a quien ella memos deseaba revelárselo.
Un día, creo que ya en el sumum de su dolor, casi paroxismo, explotó en mis brazos.
Javier, sin querer, sin quererlo, te he ocultado siempre algo que tu tenías derecho a saber antes de casarnos. No lo hice con malicia, de verdad. Quizás fue el miedo, el temor inconsciente al rechazo, el que me dejaras de querer, y la falta de convencimiento en mí de que fuera algo seguro por lo que no te dije que los médicos me habían diagnosticado una esterilidad casi segura. Por eso no nos vienen hijos. Déjame si quieres, abandóname porque no merezco ni tu perdón ni vivir contigo. Y tú tienes derecho a tener hijos con una mujer que te quiera y te los pueda dar.
Todo esto lo dijo entre lágrimas y yo diría que convulsiones de dolor y angustia.
Mi instinto y mi cariño no hicieron sino abrazarla más fuerte, muy fuertemente, a pesar que el mazazo en mi corazón lo había partido en dos. El de no poder tener hijos, la ilusión de las ilusiones de mi vida y mi ser, y el secreto abierto entre los dos como un profundo precipicio, sin fin en su hondura, sangrante en el corazón de Cristina, y que había roto durante todo este tiempo la integridad de la confianza mutua.
Con todo, la volví por segunda vez a abrazar mientras lloraba y lloraba. Pero, Carlos, me di cuenta entonces como la quería por encima de mi mismo. De mis deseos, de mis derechos, de sus limitaciones, de sus engaños, más a sí mismo que a mí, y hasta de su amor, tan mal basado en la verdad, “yo la quiero por encima de todo, mi amor no tiene límites para ella,” que vivió en el engaño porque me quería tanto que no sabía perderme.
No vi en su engaño, desamor, egoísmo o posesión obsesiva, sino un amor, que en sus ribetes de imperfecto, podía ser más amor.
Cristina, amor, si yo lo sabía. Bueno, lo sospechaba. Pero yo me casé contigo y para siempre y te acepté y recibí en el Sacramento, tal como eras en aquel momento. Sí, debiste tener fe en mi y decírmelo, sabiendo que yo te quería por encima de todo y que para mí no había como pareja otra mujer sino tú, con hijos o sin hijos.
La angustia de su pecho, junto al mío, muy junto al mío, se fue llenando de serenidad y los bombazos de su corazón y las casi convulsiones de su cuerpo, fueronse haciendo calma en el mío.
Aún lloró largo rato, con lágrimas lentas y dulces. Yo le besé los ojos y con mis labios se los sequé varias veces. Busque su boca, escondida en mi pecho, y se la bese suave, muy suavemente, muy largamente.
¿Me perdonas? ¿Me quieres todavía, a pesar del daño que te he hecho y te hago? Después de unas caricias, amables, sencillas e íntimas, solo en el amor, abrazados nos quedamos dormidos.
Hoy, Carlos, los médicos la han vuelto a ver y le has dado esperanzas. Me lo ha dicho como loca de alegría. Pero mientras tanto se produzca el milagro de la prima Santa Isabel, “Y a la que llamaban estéril entre en su sexto mes”, hemos adoptado dos niños. Cristinita, ya con tres años y Javi, mi primogénito varón, con casi uno.
Y si llega un tercer hermano, tendremos preparado el hogar de nuestros corazones para recibirlo, “Porque para Dios, nada es imposible.”
Creo que en el sufrimiento del callar de Cristina tanto tiempo, aún en el error, y en el perdón del corazón, de mi corazón, tan profundo que no ha dejado ni huella, ni resquicio ni recuerdo, Dios ha hecho posible que nuestra pareja esté más unida que nunca, que nos queramos más que nunca, y que con esos dos ya en casa, seamos una familia cristiana y con mucho sabor de hogar, y si viene el tercero será una nueva bendición de Padre Dios que quiere tener y compartir un hijo más con nosotros, posible, “porque para Dios no hay nada imposible” y si Isabel estaba en el sexto mes, Cristina puede estar muy pronto en el primero.
Un abrazo fuerte. Cristina te manda un beso fuertísimo. Ella ha sido la que me “ha obligado a escribirte”, por sabía que tú lo sabías en la intimidad del secreto y la confidencia del corazón, que le habías aconsejado volcar su corazón en la comprensión y el amor del mío, que incluso le hablaste del riesgo de un matrimonio nulo, por simulación, y que ella en su terror a perderme, así de enamorada estaba, no te escuchó.
Hoy al confiarnos a ti, para la tranquilidad de tu cariño por los dos, pero sobretodo por el dolor que sabías estaba viviendo Cristina, sabemos que estarás ahora poniendo tu alma de rodillas al terminar de leer estar carta y le estarás diciendo a nuestro Padre y Dios: “Lo esperaba confiado de Ti, porque nos quieres con amor infinito. Gracias Señor, gracias Señor, por Cristina, Javier, Cristinita y Javi, por su hogar y amor, por su familia que es Tu familia, y si es tu Voluntad y tus designios providentes por el que podrá ser tu nuevo hijo, porque para Ti, Señor, nada es imposible. Gracias de nuevo, Señor.
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31.- "Cumpleaños de Ana. Preparando el Cursillo."

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Tercer Cursillo de El Madroñal. 16/20 de mayo de 2005.

Asistimos como monitores. ¡Ya somos adultos en la fe! ¡Aleluya!
16 mayo. Ya soy Monitora, con José Carlos, claro. Ya casados todos.
17 mayo. La fe. Nos han puesto en un aprieto.
18 mayo. La sexualidad. Fin de la vida, Cruela, no.
19 mayo. La paternidad responsable. Jueves.
20 mayo. El Sacramento .Fin del cursillo.
20 mayo. Mañana Misa en El Madroñal. Quinto día.

31.- “Cumpleaños de Ana. Preparando el Cursillo”
Ana cumple 24 años.

Mi Diario a quince de mayo de 2005. Domingo.

31.- “Mañana seremos monitores. ¡Dios nos coja confesados!”
Carlos nos dijo tranquilos estáis muy bien preparados.

Nos hemos reunidos esta tarde en nuestra casa, después de comer con mis padres para celebrar mis veinticuatro años, y un año y días de casada, con todo el grupo a tomar una copa y unas cosillas que hemos preparado entre José Carlos y yo, y después preparar entre todos el Cursillo que empieza mañana y al cual, ¡por fin! vamos a asistir como monitores pero en vez de llevar un grupo cada pareja del nuestro, vamos a sentarnos dos parejas por grupo para así ayudarnos y darnos mayor confianza.
Han venido a casa también Elena y Carlos para fijar las principales líneas del Cursillo. Me han felicitado efusivamente y Elena me ha regalado unas rosas liofilizadas de su tienda. Son naturales pero pasadas por un proceso que las hacen imperecederas. Son preciosas. Las he puesto en un jarrón en la mesa baja de delante del sofá.
En primer lugar tanto Carlos como Elena nos han tranquilizado de cara a la labor de esta semana. Ir tranquilos. Estáis muy bien preparados para enfrentaros como Monitores de Grupo en este tercer Cursillo desde que hicisteis el vuestro en mayo del 2003. Además recordar que ya el año pasado en abril ayudasteis y os vaqueteasteis bien ayudando como segundos monitores en los grupos y en algunos momentos llevabais las riendas del diálogo del grupo. ID, pues, tranquilos que todo saldrá muy bien. Además tanto Carmelo como yo y Elena nos pasearemos por la Sala y en cualquier momentos nos podéis llamar para echaros una mano.
Mónica y Francisco Javier irán con Magdalena y Pedro, María y Tomás con Clara y san Jorge, a caballo, nos reímos, Ana y José Carlos con Isabela y Juan Carlos.

Copio la fotocopia que nos ha dado sobre los fines que debemos tener muy presente durante todo el Cursillo.

REVISION DE LOS EQUIPOS DE MONITORES
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REVISION CON RESPECTO AL PROPIO CURSILLO:

1.- todos los monitores deben repasar antes de la reunión de grupo los objetivos de ese día en el tema.
Y en general del cursillo. (Tenerlos por escrito)
Ver si sus parejas han captado el objetivo del día anterior.
Ver si salieron con ideas claras.
Ver si hay parejas para la continuidad.

2.- los monitores de ocho a ocho y media deben quedar, a ser posible, con cada pareja individualmente y charlar con ellas. (O después del día o en otro momento)

3.- los matrimonios charlistas deben dirigir la reunión general o puesta en común, puesto que ellos dieron el tema. Deben prepararse.

4.- Todos los días se debe cerrar el cursillo.
Con una palabras. (Del Cura o del Coordinador)
Con una oración o salmo.
Con un canto o canción.
Con una reflexión.
Con una lectura de texto evangélico.

OBJETIVOS que deben primar DE LOS CURSILLO DE NOVIOS.

1.- No consiste en dar un pequeño barniz sobre una fe casi muerta, mecha y pabilo casi apagado, sino de hacer revivir a fe viva la vida interior de estas parejas y de su convivencia. Creencias e ideales.

2.- El fin principal del Cursillo es incorporar matrimonios comprometidos con su fe a la Iglesia de Cristo, que formen hogares cristianos donde los hijos vivan la fe como el aire que se respira. Esta es una forma fecunda de multiplicar y no de sumar.

3.- Siendo muy difícil en cinco noches transformar hábitos, costumbres y convicciones, debemos fijarnos en aquellas parejas que más posibilidad tengan de responder a una continuidad que les lleve a una formación e integración en la vida de sus Parroquias.
Todo ello sin menoscabo de las demás parejas ni de la atención que debemos darles.

4.- El paso a una vida Parroquial activa depende tanto de las mismas parejas como de la posibilidad de acogida por las Parroquias, por su organización y preocupaciones.
Habrá que atenderlas antes en su formación y vivencia comunitaria en la Iglesia si no van a ser acogidas con capacidad suficiente en sus Parroquias. No dejarlas nunca huérfanas.

5.- Habrá parejas, por desgracia las menos, que ya estén incorporadas a la vida activa de la Iglesia. Sin no tienen compromiso personal hay que inculcarles que un cristiano no es plenamente cristiano si no tiene un compromiso apostólico y de servicio, gratia et amore.

Luego nos entregó los objetivos propios de cada tema para que los tengamos muy en cuanta cada día y para que luego en la puesta en común de los monitores, para comentar la marcha del Cursillo, los comentemos con todo el equipo y veamos cómo podemos llegar mejor a las parejas.
Puede haber sugerencias de algún tema o punto a tratar, ya en la charla del día siguiente, ya en la puesta en común, ya el la reunión de nuestro pequeño grupo.

Luego de comentar todos estos puntos, los objetivos de cada día los iré copiando en los días siguientes en mi Diario, la charla se diversificó, la copita se convirtió en varias copitas, los emparedados desaparecieron volando, las medias noches volaron, teníamos todos hambres, Dios mío si la preocupación y el nerviosismo ante “el peligro” dará tanto apetito, volvimos a llenar las fuentes María y yo en la cocina, sacamos todo lo que cada pareja había traído para picar, trocitos de tortilla, coquetas, algo de panecillos con sobreasada, un poco de empanada de atún que estaba buenísima, una coca mallorquina, todo regado con un delicioso tinto y para algunos con algún refresco de cola o naranja o limón. Hubo quien amparándose en que “ella” no bebía alcohol y podía conducir luego, terminó con un par de gin tonic o unos winkys. Terminamos con unos riquísimos bombones, regalo de los padres de José Carlos, y cuando ya no podíamos más por cansancio de la lengua y las persianas de los ojos que se caían, mañana trabajamos, se fueron despidiendo cariñosamente y cogiendo sus coches para volver a sus casas, felices y contentos.
Yo te puedo decir, mi querido Diario, que el día de mis veinticuatro años ha sido un día feliz y muy lleno, desde la Misa y comunión esta mañana a las doce, pues querían acompañarnos las dos familias, padres y hermanos, en la Catedral, nosotros ya habíamos oído Misa en EL Madroñal ayer sábado por la tarde, pero queríamos volverla a oír juntos y con nuestra familia hoy, hasta la reunión en casa para preparar el Cursillo y celebrarlo con mis amigos del alma, pasando por la comida en casa de mis padres, a la que mamá invitó también a padres y hermanos de José Carlos.
¡Buenas no….ches, mi querido Diario, Bu…e…nas no ches!!!!!
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32.- Nos estrenamos como Monitores. El día del amor"

33.- "El tema de la fe nos puso en un aprieto"

34.- "La sexualidad, Cruela, no es el fin de la vida"

35.- "Es dificil ser padres responables"

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36.- "El Sacramento, La Clausura y mañana en El El Madoñal"

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37.- Estoy harta de darle vueltas a la noria de la vida"

38.- "Camila es un cardo borriquero"

39.- "La crisis otoñal"

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40.- "Hasta las raposas tienen su guarida"

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VII. ENEMIGOS MATERIALES DEL AMOR.

Mi Diario. Reunión del nueve de julio de 2005. Sábado.
La falta de hogar propio.

Hoy, mi muy querido Diario, nos ha contado Carlos la historia de un matrimonio amigo que empezó a dar prematrimoniales en Santa Isabel de Hungría con ellos, en la Ciudad Alta. Herminia y Horacio. El era vendedor de una casa de representaciones de pañales, clines, papel higiénico y otros productos de higiene.
Tenían una niña, Fátima, de ocho o nueve años, y vivían en casa de la madre de ella. Desde luego él era un buenazo pues Doña Herminia madre, viuda, para gloria de su pobre marido, era y es un sargento de caballería. Era el alma de la casa, la suya, pero también la mentora y directora material y espiritual del matrimonio. Cuando se casaron, Herminia hija algo embarazada, Fátima nació a los seis meses y medio, con las prisas y la falta de dinero se olvidaron, sic?, de comprarse el piso. Se fueron a vivir con la madre y suegra respectivamente. Desde el principio ella puso los puntos sobre las “íes”. Que con cuanto tenían que contribuir, normal, al mantenimiento de la casa, agua, luz, teléfono, ni tocarlo Horacio, y menos para tu trabajo, alimentación, lavado de ropa, y un largo etc.
No se discutió ni se habló nada. ¿Tú cuanto ganas, Horacio? Entonces vosotros podéis pagar tanto. Y así se cerró el trato. Luego nació Fátima y la abuela suavizó un tanto las cosas con la llegada de la nieta, en la que se volcó, pues ella por mandato imperativo de su marido, Pepillo, no tubo más que a Herminia, hija.
Y así se determinó, ahora por mandato imperativo de la abuela, que no se podían tener más hijos, pues no cabían ni debían caber. Y Horacio, que era un padrazo deseoso de familia más numerosa y Herminia que quería un machito, tuvieron que aguantarse y usar su Ogino con mucho cuidado, exageradamente, para que no viniera otro vástago, so pena de expulsión inmediata del hogar. Menos mal que Herminia, hija, era un reloj exacto de veintiocho días y se podían usar “las cosas” con cierta exactitud y seguridad.
Luego les perdimos de vista durante dos años cuando cambiamos de centro de prematrimoniales al Centro de los Salesianos, primero, y a Santa Teresita después.
Cierto día paseando por la Avenida de Escaleritas los vimos venir gozosos y sonriente empujando un cochecito de niño al que Fátima se asomaba alelada cada minuto a ver a su hermanito. Nos invitaron lo primero a su casa, a SU CASA. Se habían embarcado en una hipoteca y un piso flamante, humilde pero nuevo, era su nuevo y libre hogar.
Estaban felices y rebosaban contentos por todos los poros. Por lo menos cinco veces nos invitaron a su piso nuevo.
No creo que os deba añadir nada más, terminó Carlos. En la próxima reunión iremos viendo todo el problema de la vivienda para las parejas jóvenes que se casan.
Cómo se resuelven, qué consecuencias trae el tenerlo o no, como afrontar pagos, letras e hipotecas, trabajo de los dos o uno, miedo al paro aunque sea parcial, de uno solo, por quedar ahogados por la hipoteca de la vivienda, cómo influye en la venida de los hijos, en la relación con los padres y con los amigos etc. Nos pidió ejemplos vividos y reales y soluciones que hayamos visto u oído en nuestro alrededor.
Cuando me iba acostar me puse de rodillas delante de mi cama, miré al crucifijo de mi abuela y de mi madre, el que irá encima de mi cama de matrimonio, y le di gracias, muchas gracias, inmensas gracias al Señor por tener este problema ya casi resuelto y con todas las garantías de resolver, pues tenemos detrás si nos falla algo “los banqueros” de nuestros padres pudientes.
“Hasta las raposas tienen madrigueras y el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza” Así que Tú, Señor, y tus discípulos que te seguían también tuviste un problema de vivienda. Supiste de la amargura de no tener hogar ni techo para que no te faltara ni este problema que compartir con nosotros, comprendernos mejor en nuestras desesperaciones por este tema y estar con nosotros compartiendo esta gran miseria del mundo de hoy, la falta de vivienda. Sobre todo para las parejas jóvenes que desean casarse y tener hogar y que ven pasar los días y los años sin que se vea ninguna luz al final del túnel.
¿No explica este problema un poco tantas parejas que se van a vivir juntas, sin casarse, porque no se atreven ni se fían de comprometerse juntos o uno por los dos a hipotecarse, si luego se rompe la convivencia, que conviven a tiempo parcial fines de semanas, viajes y excursiones, coche, mesa, mantel y cama, o que se acuestan regularmente sin casarse tras cinco, seis o siete años si no más de esperar el ansiado pisito de cincuenta o noventa, los ricos, metros cuadrado?
Deseo ver cómo opinan mis amigos del grupo sobre este tema y hasta me da vergüenza decirles que a nosotros no nos preocupa por la falta de solidaridad que parece conllevar esta postura.
Buenas noches, José Carlos, mi amor, gracias por el que será nuestro hogar. Qué obligación más grande tenemos de hacer y tener un hogar cálido y feliz, el que nos ha regalado la Providencia de Dios, al ayudarnos a ganar “el pan con el sudor de nuestra frente”.
Amén.


Preguntas para la Reunión de Grupo.

Copio ahora las preguntas y luego cómo fue la reunión aunque en mi Diario, al referir el tema ya he prediseñado algunas.

1º.- ¿Cómo afecta el tema de la viviendo a las parejas de novios de hoy?

2º.- ¿Cómo suelen solucionar el problema, con una vida casi matrimonial, fines de semana, viajes, excursiones, coche, mesa, mantel, diversiones y cama, a “tiempo parcial”, volviendo a casa de los padres el resto de los días laborables?

3.- Otros se embarcan en vivir juntos pero sin compromiso “común” del pago de la vivienda, hipoteca y entradas, adquirido solo por un de los dos, que se quedará con la vivienda en caso de ruptura, pues suya es, o pactando la división, creando un clima de miedo, desconfianza y entrega total de la pareja.

4º.- Espera imperdonable, de años y años de espera en unos noviazgo timoratos y pasotas en los que se va muriendo la ilusión y el amor y se convierten en una rutina de ir a verte y salir contigo más que en un anhelo de estar a tu lado y compartir la vida.

5.- Hipotecarse al menos en el sueldo de uno de los dos, con un miedo infernal al paro que lo destruiría todo, y viviendo del sueldo del otro, que a veces da para coche, diversiones y vacaciones, pero no para hijos.

Reunión del Grupo.-
En nuestro grupo, por un mimo especial de la Providencia el problema vivienda no se da.
Mónica y Francisco Javier van a vivir en un casi alpende que ha ido arreglando en el mismo ampo que trabajan muy cerquita de sus padres y de San Mateo, pueblo.
Isabela y Juan Carlos, nosotros dos, y María y Tomás hace años que nos hemos metido en el lío de un chalecito, adosado o unipersonal, ya en alguna Urbanización nueva, ya en alguna finca de nuestros padres, arreglando alguna casita de guardas o algunas dependencias sin uso actual por obsoletas.
Clara y Jorge se han comprado un piso muy cerca de la Avenida Marítima y Magdalena y Pedro viven hace ya tres años y medio en un piso precioso que les regalaron los padres de ambos meses antes de la boda y de nacer Marioles, su hija.
Pero hablamos de primos, amigos, compañeros de universidad o de trabajo, conocidos que trabajan en supermercados, dependientas de tiendas o centros comerciales, albañiles, y conocidos de otros oficios. Todos, cuando no han construido un pisito encima de a casa terrera de sus padres, tiene el gravísimo problema de la vivienda que cercena la pronta “vida en común” tras un compromiso serio, religioso o civil, y mucho más aún la ilusión por un hijo pronto y cercano.
Rezamos al cerrar la reunión por todas esas parejas jóvenes para que no pierdan la ilusión y para que encuentren soluciones sociales a su problema, moviendo el corazón de políticos y autoridades a aliviar y ayudar en este gravísimo problema.
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41.- "El paro ha destruido mi vida"

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Mi Diario. Reunión del veintitrés de julio de 2005. Sábado.
De Esteban.

Querido Carlos:
Recuerda con que cariño, interés y atención hicimos María del Mar y yo el Cursillo. Para nosotros fueron unos días deliciosos y mientras volvíamos todas las noches a Galdar a dejar a Marimar, luego yo volvía a Guía, a mi casa, nuestra conversación era confiada y profunda. Nos iban calando hasta las intimidades del alma los temas y las reuniones de grupo, y aunque tú hablabas mucho en el grupo, como te reprochaba Elena, tu mujer, a nosotros nos encantaba escucharte y queríamos asimilar cada idea y cada vivencia para hacerla realidad en nuestro matrimonio y vivirlas a tope en nuestras vidas.
La charla de la fe nos dejó ya tarumba. Fue la caída del tren de alta velocidad del materialismo y la rutina en que nos tiene atrapados la vorágine de este mundo en que vivimos, que entre velocidad de vértigo, nunca hay tiempo para nada, y la cantidad de necesidades que nos crea “para poder ser feliz”, como tú dijiste “la chispa de la vida no es ningún refresco”, no nos deja ver ni el camino, el paisaje tan maravilloso que a veces atravesamos, o el tan desastroso hábitat que hemos creados para muchos hombres, ni nos deja soñar con la meta, la cima de la montaña, el Everest que subimos, ni nos deja fijarnos en los demás que corren desaforados por el mismo camino de la vida que nosotros.
Sí, como Pablo del caballo, nosotros caímos de nuestro tren moderno. Aquella noche decidimos Marimar y yo dar el diezmo de nuestro tiempo del que hablaba, La Iglesia necesita hoy el diezmo del tiempo de sus hijos, los cristianos, no su dinero, y para poder hacerlo juntos incorporarnos poco a poco a prematrimoniales y trabajar con otros novios..
¡Qué hermoso parecía todo! ¿Recuerdas? Al final del último día te dijimos que queríamos hablar contigo, para después del viaje de novios empezar a formarnos para poder ayudar en Prematrimoniales.
Nos animaste y nos dijiste que Dios no se deja ganar nunca. Que da el ciento por uno aquí abajo, luego su Vida eterna, y que tú y Elena habíais recibido mucho de los novios y el “anunciar el Evangelio del Amor” que es la total Buena Nueva de Cristo, os había exigido muchas veces superaros en vosotros mismos para que no fuerais campana que retiñen sonidos armoniosos y preciosos pero vacías y huecas por dentro.
¡Cómo recuerdo aquellos días, Carlos! Nos casamos. Nos agradó muchísimo verte y darte un abrazo y a Elena un beso en la puerta de la Iglesia. No os quedasteis a tomar una copa porque teníais una reunión de padres en el Colegio de Fer, vuestro hijo.
Volvimos felices, llenos, contentos, compenetrados y armoniosamente unidos en cuerpo y alma. Nos volvimos a ver y fuimos a dos o tres cursillos a empezar a aprender sentándonos con vosotros en el grupo y recordando el nuestros.
Nos animó mucho cuando nos dijiste que nuestro testimonio tenía fuerza de Dios y era atrayente, pues eran las vivencias de una pareja joven como las del grupo y recién casados.
Pero empezaron las dificultades y ya no volvimos. Yo trabajaba como vendedor de coches. Te quise vender uno, ¿recuerdas? Ella de manicura en una peluquería de Galdar. Me quedé sin trabajo. María del Mar para ganar un poco más empezó a recibir clientas en casa. Yo a dar vueltas como una peonza para encontrar trabajo. Ella me animaba.
Que tuviera paciencia, que yo valía. Pero pasaban los meses y la hipoteca de la casa nos ahogaba. Yo empecé a deprimirme y a considerarme un perfecto fracasado sin porvenir alguno. Ella trabajaba horas y horas pero con su trabajo no nos daba abasto. Empezó también a ponerse nerviosa y más con mi nerviosismo. Y del amor y la ayuda pasó al mal humor y el reproche. Que si siempre había sido un hijo de papá, que si vivía muy bien holgando a costa de su trabajo, que si hasta los más tontos encontraban donde trabajar, que si sólo aspiraba a un trabajo del alto standing, que si patatín, que si patatán.
Tan nerviosos estábamos que llegamos a las palabras fuertes y a los insultos. Y una noche decidí separarme y volver a casa de mis padres. Por lo menos allí sería considerado como persona. Y con paz, encontrar trabajo. No creas que no lo busqué. Fui rebajando las exigencias y a fin me daba igual trabajar de lo que fuese. Antiguamente se decía de barrendero. Hoy no, porque ganan un pastón.
Nos sentamos a hablar un día después de decidir que lo haríamos desde la serenidad. Nos costó pero lo hicimos. Y resultó que nos queríamos. Quizás más que nunca. Y que nuestro nerviosismo había crecido como bola de nieve porque veíamos sufrir al otro más que a nosotros mismos y no veíamos salida.
Decimos pacificar nuestras relaciones y luchar juntos. Si era necesario vender la casa y cerrar la hipoteca. Y vivir con sus padres que ya se habían ofrecido a ser ella hija única y tener una casa grande.
No fue necesario. Dios aprieta, dicen, pero no ahoga. Volví a vender coches en una empresa aún más fuerte y apetitosa por precios y calidad. Por cierto ¿quieres uno? Ves soy el mismo que quiso aprovechar el cursillo para venderte un coche.
Ella trabaja más tranquila. Sigue en casa porque le da mucho más dinero y tiene algunas clientas que va una vez cada quince días a sus casas y aún cobra más.
Y ahora viene lo mejor, Carlos. Díselo a Elena que saltará de júbilo. Estamos esperando un hijo. Para dentro de siete meses.
Ya hemos salido, pero que amargo es el paro. Que frustrante. Que desintegrador. Que difícil de aceptar y de superar. Cómo rompe a las personas. A punto estuvo de romper nuestro matrimonio y casi destruye nuestra unión y amor. Si los hombres nos amaramos de verdad como hermanos, si el dinero no fuera el fin de la vida para tanto explotador, la primera preocupación de cada uno sería crear una sociedad con empleos dignos para todos, porque aunque tengas para comer y vestir, que debíamos estar contentos, según San Pablo, el no tener empleo o trabajo merma la libertad del hombre, destruye su propia estima y le crea un complejo de fracasado y de inútil que hace que cada segundo de su vida sea un martirio de angustias.
Queremos veros y sentir cálida vuestra amistad como entonces. Un beso muy fuerte de Marimar que está muy ilusionada y feliz con su futura maternidad. Yo creo que cuando me digan que soy padre me caeré de espalda, espero que sobre un sofá, embargado en felicidad.
Un abrazo, Esteban.
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42.- "Contigo pan y cebollas"

43.- "Estoy embarazada. Aleluya"

44.- "María y Tomás se fueron al Caribe"

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45.- "Isabela se queda embarazada de su hijo"

46.- "Magda suspira por un hogar como el de María"

47.- "Clara y Jorge reviven su amor en Roma"

48.- "Santa Mónica fue madre de San Agustín"

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49.- Mañana nos veremos. Carta de Elena"

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50.- "Don Matías nos espera con los brazos abiertos"

51.- Alma mía descansa. Tienes ya lleno todos tus graneros"

52.- "Mis amigos no son tus amigos. Tus amigas no son mis amigas"

53.- "Tu familia es un tostón. Paso de ella"

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54.- "Sólo tú y yo. Y nadie más"

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Mi Diario. Reunión del quince e octubre de 2005. Sábado.
Excesiva intimidad con otra pareja.
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55.- "Tus hijos, ¿los quieres más que a mí?"

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Los hijos (¿los hijos? si, los hijos.)

Mi Diario. Reunión del veintinueve de octubre de 2005. Sábado.
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56.- "No eres desde luego Dios"

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Mi Diario. Reunión del doce de noviembre de 2005. Sábado.
Resumen:
El peor enemigo del amor (en la pareja): el amor propio.
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57.- ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué te he abandonado?"

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Mi Diario. Reunión del veintiséis de noviembre de 2005. Sábado.

El alejamiento de Dios.

La vida con Dios,"Dios existe, hay Dios" es de muy difícil explicación. Nos cuesta explicarnos el mal físico, terremotos, incendios destructivos naturales, erupciones volcánicas con miles de muertos, maremotos, olas gigantes y tantas otras catástrofes naturales.
Aún más nos cuesta explicarnos el mal físico: enfermedades destructivas y crónicas, sufrimientos incurables y postrativos, etc.
Si subimos en la escala los males morales y sicológicos, la locura, el maltrato, la esclavitud, la explotación del hombre por el hombre, son casi inexplicables.
Que decir de cuando en una misma persona o familia se ceba el dolor, la muerte, la enfermedad, la ruina, el hambre, la incomprensión de unos con otros, etc.
Pero si Dios existe, y existe, cómo explicarnos lo que puede parecer el
mayor fracaso de Dios, "la creación del hombre" con sus maldades sus desaforados egoísmos y lo que pudiera parecer aún el mayor fracaso del hombre libre, su a juicio de algunos pasajes Evangélicos y de la revelación de videntes y santos, su masiva condenación eterna.
Cuando pienso nos decía Carlos en este posible y masivo fracaso del Creador, Dios amoroso y misericordioso, que crea a los seres para ser felices y al hombre lo eleva hasta "hijo de Dios" y lo llama a su presencia eterna divina de su contemplación, "ver a Dios cara a cara y gozar de El", con unas mayorías, y hasta con una sola, condenación, se me hace casi imposibles creer en El y en su existencia.
Entonces pienso en su posible "no existencia". Miro a mi alrededor, a la naturaleza entera, si El existe creada, si o existe eterna, e incompresible, y la sola duda de su existencia se me hace aún más inexplicable. El universo no tiene explicación posible y el hombre como hombre aún menos, pues su racionalidad superior y su compresión del universo se hacen totalmente irracionales e incompresibles.
Por eso he llegado a la convicción que ateos-ateos, se dicen pero no los hay. En lo más profundo de sus corazones y de su racionalidad hay una continua duda, un continuo dudar de si mismo y de su propio ateismo. Agnóstico, es decir los que no quieren aceptar su existencia, hay muchos. Ateos, ateos creo que ninguno.
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58.- "María, el gran espejo de Dios"

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Madre de Dios y Madre nuestra.

Mi Diario. Reunión del diez de diciembre de 2005. Sábado.

“De María nunquam satis" De María nunca estarás totalmente satisfecho. Siempre querrás más.

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59.- "Nos ha nacido un Niño"

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Mi Diario. Reunión del veinticuatro de diciembre de 2005.












Fin de ENEMIGOS DEL AMOR:
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60.- "Dialogándo con el Autor"

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61.- "Enlaces y Arquitectura del Diario de Ana. El Amor"

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